Carlos de Luca
Mis resacas eran jodidas desde siempre.
Como decía un viejo amigo mío: “no tengo dinero
para tener novia”.
De todos es sabido que hacer reír a una persona es
el mayor atajo hacia la confianza.
Una venganza no es venganza si el otro no la sufre
en sus carnes.
Dicen que uno ha de conformarse poco a poco su
morada; en la mía faltaban personas y sobraban la soledad y las horas muertas
ante la pantalla, alimentando vicios que tornaban en trastornos.
Satisfacerse sexualmente constituye una agradable
tarea que nos hace olvidar cualquier problema, por grave que sea, durante unos
minutos.
… apliqué la máxima habitual del pajillero, ya sea
casual o habitual: “casa desierta, paja cierta”.
Si vivir con uno mismo a veces da quebraderos de
cabeza, vivir en pareja asegura una coble ración a cada mitad de la misma.
La realidad no es blanca ni negra, más bien se
descompone en infinidad de tonos de gris.
Qué diferente es la atracción cuando pasa de lo
puramente carnal a un escalón superior.
Traicionera es la voluntad cuando una mujer bonita
se cruza en el camino.
Llevarle la contraria al curso natural de nuestra
vida nos reinventa aunque sea por momentos.
Un hombre es esclavo de lo que habla y dueño de lo
que calla.
Es raro e inquietante ese instinto de saberse
observado, aun estando completamente de espaldas ante quienes miran.
De todos son bien conocidos los beneficios de la
paja nocturna. Tras el largo día del estudiante o trabajador, sometido a toda
clase de estímulos visuales (desde la publicidad en la parada del autobús hasta
el generoso escote de la compañera de clase), qué mejor que una liberadora
eyaculación. Durante unos minutos, se recopilan y reorganizan dichos estímulos
y se reconducen y expulsan por el único orificio de nuestro más querido
miembro. Se tira de la cadena y se reinicia el contador, dejando una liberadora
sensación de somnolencia (favorecida por una ducha caliente), contribuyendo a
un correcto descanso desprovisto de pensamientos turbadores, La paja nocturna,
ya sea contenta, aburrida, triste o de otros tipos, es siempre higiénica para
mente y cuerpo.
Es curioso como las parejas, pasado un tiempo,
suelen caer en la más aburrida de las rutinas. Los mismos lugares, las mismas
conversaciones, las mismas reacciones ante las cosas.
Estaba usando la archiconocida táctica del cambio
de tema y el reproche añadido, método habitual de mujeres (y algunos hombres)
desde el principio de los tiempos.
El lenguaje no verbal nunca miente, y yo no
soportaba que sus palabras contradijesen lo que sentía.
Nada dura. Todo cambia más rápido de lo que uno
desearía. Tan pronto uno se acostumbra o está satisfecho con la vida, ésta se
empeña en darte una colleja para que tengas que volverte a levantar. Algunos
como yo, en el fondo, ansiábamos ese golpe que nos hiciera sentir vivos y nos
sacara de la rutina. Pero para otros puede ser un hecho destructivo y del que
jamás se recuperarán.
Ella tenía que soltar lo que llevaba dentro, y el
momento más propicio para algunas mujeres suele ser justo después de un polvo.
A ellas les activa el habla y a nosotros el sueño. La naturaleza no es tan
perfecta como la pintan.
Iba a ser verdad que laas mejores ideas nacían en
los lugares y momentos más insospechados.
Aquello era lo que mi vida necesitaba… una puta
catarsis, un doloroso renacer, una repartición de justicia, una contribución a
un mundo un poquito mejor. Quien no arriesga no gana.
Aquellas cabezas, de haber nacido en otro barrio y
con alguna oportunidad, habrían podido hacer cosas de provecho para el mundo.
Solo los tontos mezclan. O los novatos que no
saben ni por donde les da el aire.
Aquello era tocar fondo. Pero tenía que tocarlo
para impulsarme hacia arriba.
No, definitivamente no hay sol que caliente cuando
a uno, en su interior, se le hace de noche.
Era la paja del recuerdo, esa en la que uno tira
de polvos ya echados e imágenes vividas en primera persona para excitarse y
poderse tocar. Una paja anhelante, pues la piel desea vivir de nuevo el placer
ya vivido, y el cerebro intenta contentarla con ilusiones.
Tenía esa sensación en el estómago que te dice que
todo es posible si te mueves y te arriesgas. Que atrás no queda nada que
merezca la pena y puede que adelante sí.
Si uno se deja manejar, es un barco a la deriva en
una sociedad que puede hundirte sin remedio, una sociedad que tiene cimientos
de barro. La convivencia es solo el conveniente marco que adoptamos, pero bajo
él se ocultan intereses egoístas, sucias maniobras y oscuros personajes. Si uno
no actúa, si no se mueve respecto a objetivos, y si además está en el lugar
equivocado en el momento equivocado, probablemente esté perdido.
Ahora también sé que conocer a alguien especial es
posible… alguien capaz de perder mucho para que uno no siga perdiendo. A las
victorias se apuntan todos, pero a las historias que solo llevan a perder muy
pocos se lanzan.
Las deudas solo llevan a las dos partes a la
perdición y la separación.
