Pero con el tiempo todo se había ido. Las
ilusiones, las esperanzas, e incluso la relación con mi padre, cansados ambos
de desencantos a dos bandas.
Yo nunca lo hubiera reconocido en voz alta, ni
siquiera a mí mismo, pero lo cierto es que lo echaba de menos.
Necesitaba ordenar mis ideas, dormir, o lo que
llegase primero. Y ganó el sueño.
Cuídate de los viajes sencillos, porque pueden ser
los más traicioneros.
Creo que hay por ahí una teoría, la conocida como
la Navaja de Ockham, me parece, que dice algo así como que ante un problema
complejo de diversas soluciones posibles, la aparentemente más sencilla suele
ser la mejor.
La puntualidad, en su carencia o en su exceso,
dicen mucho de uno.
Como casi todo en la vida, el color del mar
depende de la perspectiva, de los ojos con que lo veamos.
Por lo general, aquello que parece sencillo
siempre acaba siendo cualquier cosa menos eso.
Qué difícil es echar de menos cuando no sabes con
exactitud si lo que te falta es lo que ya ha pasado o lo que todavía no ha
sido…
Soñaba con que todas las noches soñaba contigo…
Lo poco que tengo de atrevido me viene por lo
mucho que tengo de ignorante.
Los viejos siempre tenemos mucho que contar, pero
nunca demasiado tiempo para hacerlo.
… descansa en lo más hondo de las más profundas
aguas, el océano de la memoria.
En este mundo no se puede fiar uno de nadie más
que de sí mismo.
¿Para qué quedarse más en la cama si lo bueno no
está en ella?
La verdad estaba delante de mí, justo al lado de
una mentira.
La gente cree más en una mentira cuanto mayor sea
esta.
Dios mío, cuánta hermosura había en aquella mirada.
Ojalá todo el mundo pudiese encontrar al menos una
vez en su vida un tesoro como el placer de verse reflejado de cerca en los ojos
de una mujer hermosa.