El momento en que todo cambió

Douglas Kennedy



El pasado es eso, pasado.

¡Qué pronto AÚN NO se convierte en NUNCA!

Hay una gran diferencia entre lo hipotético y la tipografía descarnada de lo real.

Por mucho que uno lo espere, un divorcio no deja de ser la terrible admisión de un fracaso. La sensación de pérdida, sobre todo después de treinta años, es inmensa. Y entonces…

Ese documento. La declaración definitiva.

¿Cómo podemos desprendernos de lo que una vez nos pareció esencial?

Sólo tenía un documento que me aseguraba que mi matrimonio se había acabado y un interrogante implacable y perturbador: ¿podré salir de este bosque oscuro?

Escapar a la muerte lo vuelve a uno más introspectivo, más sensible a la naturaleza melancólica de las cosas.

Un matrimonio fracasado es una muerte, pero una muerte en vida, ya que la persona que se ha ido sigue sintiendo y actuando, sigue sumamente viva, pero sin nosotros.

Si no me he reconciliado conmigo mismo, ¿cómo puedo hacerlo con los demás?

Crees que las cosas son sólidas y después descubres que no era así. Entonces te preguntas por qué tus antenas no captaron que todo iba mal.

Todo el mundo tiene algo que prefiera no revelar. Por eso nunca llegamos a conocer verdaderamente a nadie, ni siquiera a los que tenemos más cerca.

El lugar más desconocido es uno mismo.

¿Dependerá tantas veces el amor del  momento oportuno?

Y el resultado fue… ¿Decepción? ¿Infelicidad? ¿Tristeza? ¿Confinamiento? ¿Cólera? ¿Rabia? ¿Inquietud? ¿Desesperación? ¿Resignación?

La lengua ofrece un vasto número de términos para describir los agravios que nos inflige la vida.

¿Por qué ocultamos algunas cosas a los demás? ¿Será porque, en el fondo, todos tenemos el mismo miedo básico: el temor a que finalmente nos descubran?

Siempre que puedas escoger entre algo práctico y positivo para tu carrera y la posibilidad de largarte de la ciudad, elige siempre lo segundo.

No hay que subestimar nunca el modo en que la casualidad gobierna gran parte de la existencia humana, ni la forma en que el hecho de estar en determinado lugar, en determinado momento, puede cambiar la trayectoria de las cosas. No hay que subestimar nunca la manera en que todos somos rehenes de los ritmos aleatorios de la vida.

… poseía un carácter meticuloso y ordenado… una de esas personas que encuentran una tranquilidad profunda en las cosas superficiales, y que consideran que la disciplina en las tareas domésticas las autoriza a manifestar su naturaleza más oscura en otras áreas de la vida.

Yo le envidiaba ese talento –su capacidad para existir totalmente en el presente- y el modo en que olvidaba rápidamente las cosas y no insistía en agravios pasados ni en supuestas injusticias.

… debo dar las gracias a mi querido padre, que aun siendo un miembro caído en desgracia de la aristocracia rural me inculcó la idea de que es preciso mantener las apariencias. Puedes derrochar la fortuna de tu familia y acabar con todo lo que aprecias, pero nunca, nunca debes aparecer en público con los pantalones sin planchar o los zapatos sin lustrar.

Las ciudades son, en cierto modo, ejercicios visuales de fachadas. París desprende una elegante majestuosidad. Manhattan insiste constantemente en sus aspiraciones de altura. Se trata simplemente de primeras impresiones, huellas superficiales, taquigrafía urbana…

Las primeras impresiones visuales dicen mucho de un terreno recién descubierto.

Era lo mismo que cuando un compañero de vuelo nos cuenta sus más oscuros secretos y nos damos cuenta de que la persona en cuestión tiene una necesidad acuciante de expresar lo que continuamente la atormenta, y de que sabe que estamos fuera de su círculo de contactos y no tenemos influencia ni poder alguno sobre su vida.

La felicidad en pareja o la infelicidad en el matrimonio, la profesión que inspira o la ocupación que embrutece, la relación íntima trascendente o la relación prosaica o inexistente… Todos los placeres y dilemas, el espectro completo de la experiencia humana, se manifiesta en los paisajes sociales.

Fue una mirada que no era nada, pero a la vez lo era todo.

Hacer películas/proyectos de arquitectura da mucho trabajo. Hace falta trabajo, un montón de dinero y mucha capacidad para persuadir, adular, promover y jugar a un montón de juegos que no van con mi carácter. Soy un vago y me alegro de serlo.

… el mundo había pasado del tecnicolor a una película monocroma con mucho grano.

… el truco consistía en encontrar la manera de expresar lo evidente sin decirlo, … encontrar un enfoque que esquivara las trivialidades habituales, los tópicos.

Uno de los trucos para trabajar con un editor o un productor es adivinar desde el principio lo que no quieren leer, o las cosas que encuentran irritantes u ofensivas.

Disciplina, disciplina. No hay otro antídoto contra la tendencia a los desarreglos vitales.

Uno de los problemas de enamorarse es que uno no puede evitar buscar significados ocultos en todas las conversaciones con la otra persona. En esa primerísima fase de la relación, cuando uno sabe que está enamorado y sospecha, pero no sabe con certeza, que el sentimiento es mutuo, y desea desesperadamente que todo salga bien, se convierte en especialista en semiótica avanzada y pasa el tiempo intentando descifrar lo que esconde cada palabra dicha entre los dos.

Hasta que lo experimentamos, nunca estamos realmente preparados para la naturaleza abrumadora del primer gran amor.

Yo estaba instalado en ese elevado plano de la realidad llamado soberbia, desde el cual contemplaba la vida de una manera completamente nueva y extraordinaria.

Podemos pasarnos la vida entera buscando a la persona para la que estamos predestinados. La mayor parte del tiempo aceptamos soluciones a medias, algunas aceptables, otras catastróficas y otras condenadas a naufragar en la callada desesperación y la tristeza de unos horizontes limitados.

… es posible que esa hora sólo nos llegue una o dos veces durante ese lapso de tiempo al que llamamos nuestra vida.

La mitad del placer de cocinar es hacer la compra.

¿Puede haber algo más extraordinario que los primeros meses de una relación amorosa?

El amor realmente es posible, y todo gracias a esta persona extraordinaria que tengo entre mis brazos.

En cuestiones del corazón, la verdad no existe. Sólo hay realidades momentáneas.

La manera más rápida de perder un encargo es revelar que todo el trabajo que has tardado meses en realizar ha sido destruido.

La regla número uno de la vida creativa es esta: nunca, jamás, le digas a nadie con cierta autoridad o con dinero en los bolsillos cuánto tiempo te ha llevado pintar o escribir algo.

Cuando se trata de negociar un plazo más largo, el artista siempre tiene que aludir al sufrimiento que hay detrás del proceso creativo.

No pueden enchironarte por expresar un deseo ilícito.

¿Cuántas personas auténticamente felices conoces que trabajen en el sector creativo?

Con la mayoría de las cosas que sabes que en algún momento sucederán y te causarán aflicción, no te paras a pensar demasiado en su inevitabilidad.

Nunca conoces tus verdaderos sentimientos hacia una persona hasta que esa persona deja de estar en tu vida.

Tras el divorcio comprendí que desde el principio de la relación no había mirado a la mujer real que tenía delante, sino a la imagen que yo había proyectado en ella, en medio de toda la magnética borrachera que siente uno cuando cree estar enamorado.

¿Es esto lo que quieren decir cuando hablan del rumbo aleatorio de las cosas? El azar, la coincidencia, el hecho de haber estado en cierto lugar en un momento determinado tienen como resultado que ahora te encuentres en medio de una situación terrible que jamás podrías haber imaginado…, pero después de conocer por primera vez en tu vida toda la fuerza extraordinaria del amor verdadero.

Sólo un loco optimista habría esperado que todo se solucionara por sí solo. Pero ¿no es ésa la última esperanza desesperada que tienen siempre los que se enfrentan a una situación terminal?

¡Cómo esperamos siempre que algo contradiga las verdades más terribles que debemos aceptar! ¡Cómo creemos todos íntimamente que algo vendrá a desmentir las realidades más concretas!

Ese hombre me quería tanto que todo su mundo se vino abajo cuando descubrió quien era yo.

Podría haber seguido escribiendo y decir que ése no era el final que yo habría querido, pero simplemente firmé la nota.

Verla descubrir el mundo era tan interesante y placentero que compensaba la distancia creciente entre su madre y yo. Cada vez más, el afán controlador, su naturaleza áspera y su incapacidad para expresar cariño me impulsaron a aislarme dentro de una concha.

Todo se desintegra porque el centro no se aguanta.

¿Verdad que al recibir una noticia horrible el mundo se vuelve repentinamente silencioso?

Gran parte de la condición humana supone tener que modular la verdad para hacer posible la convivencia con uno mismo.

Comprendía mi necesidad de poner las cosas por escrito, de plasmar en el papel mi versión de los hechos y ordenar así, en el proceso, mis sentimientos al respecto, incluidas la rabia y la agonía.

Las peores mentiras son las que nos contamos a nosotros mismos.

Cuando no tenemos opción, cuando cualquier decisión que tomemos traerá sólo dolor, ¿Qué otra posibilidad tenemos, excepto la de aferrarnos a la mentira que quizá se transforme milagrosamente en el desenlace por el que rezamos a diario?

Después de ese golpe, caí anímicamente en picado durante varios días, y pensé más que nunca en el suicidio.

Tengo que cerrar definitivamente ese capítulo, terminar la historia, pasar página y todos esos tópicos que solemos usar cuando tenemos la esperanza de que las cosas cambien. Después, la vida podrá volver a ser buena.

El radar funciona cuando se establece un campo magnético, casi como un campo de atracción, entre dos objetos. Entonces, uno de los objetos envía una señal al otro a través de la distancia. Cuando el segundo objeto le devuelve la señal, lo transmitido no es el objeto en sí mismo, sino una imagen de ese objeto.

Perdiste a la única persona en el mundo que de verdad te ha querido. Y la perdiste porque mataste el amor, por tu afán de superioridad moral, por tu sensación de agravio, por la necesidad de castigar sin considerar las circunstancias.

El orgullo es la fuerza más destructiva del mundo. Nos enceguece ante todo lo que no sea nuestra arrogante necesidad de tener razón y de defender nuestro frágil ego. Y, en el proceso, nos impide ver otras interpretaciones de la narrativa que estamos viviendo. El orgullo nos hace encastillarnos en una posición que nos negamos a abandonar. Nos hace rechazar incluso la posibilidad de considerar la razón por la que alguien nos está suplicando que la dejemos hablar. El orgullo insiste en que expulsemos de nuestra vida a la única persona que nos ha ofrecido la posibilidad real de ser felices. El orgullo puede matar al amor de nuestra vida.

El orden doméstico es la solución para el desorden de la vida.

Ella me quería y yo no supe verlo.

Si yo hubiera estado en tu lugar, estoy segura de que habría reaccionado del mismo modo que tu.

¿Es posible mirar siempre adelante, como todos nos aconsejan siempre que hagamos?  ¿O es preciso conservar algunos vestigios cruciales de nuestro pasado, por dolorosos y terribles que sean, para entender que hay ciertas cosas en la vida que nos cambian tan radicalmente que se quedan con nosotros para siempre? ¿Podemos de verdad cerrar la puerta y dejar fuera las cosas que todavía nos atormentan?

La vida, como el tiempo, tiene su propia lógica despiadada, una inercia implacable hacia adelante que nadie puede detener. Hasta que se nos agota.

Nos aferramos a nuestros tormentos, nuestras agonías y nuestros pequeños dramas, y los usamos parta sabotear lo que más queremos y lo que en realidad nos merecemos.

Las ciudades pueden hacerlo: desembarazarse de su antigua identidad y convertirse en algo diferente, con el mismo exterior, aunque renovado y reformado… Nosotros, como las ciudades, podemos cambiar todo lo exterior. Pero lo que no podemos hacer jamás es cambiar la historia que nos ha hecho ser lo que somos, una historia totalmente dictada por la acumulación de las múltiples complejidades de la vida, su capacidad para el asombro y el horror, para el optimismo y la desesperanza, para la luz resplandeciente y la más profunda oscuridad. Somos lo que nos ha pasado. Y llevamos a todas partes lo que nos ha hecho: todo lo que no tuvimos, todo lo que conseguimos pero nunca deseamos, todo lo que encontramos y después perdimos…

Encuentra primero tu lugar en el mundo. No te ates a un rincón, sobre todo si después resulta que no es el rincón donde quisieras estar.

¿Habrá algo en la vida verdaderamente completo? ¿O se reducirá todo a encontrar y perder, perder y encontrar?

Sigue estando muy solo, papá.

He conocido el amor en su manifestación más profunda e ilimitada. Encontrado y perdido. Perdido y encontrado.

¡Qué privilegio haberlo encontrado, aunque sólo fuera por un instante fugaz y trascendente!

Nuestra decisión lo es todo y no es nada.

¿Qué es un camino sin algún tipo de significado concreto?

¿Cómo podemos sumirnos en la inercia cada vez más débil del tiempo sin alguien que ralentice la marcha de las cosas, que haga que todo merezca la pena y el viaje tenga verdadera importancia?

¿Seremos alguna vez verdaderamente libres de las ataduras del momento? El momento que puede cambiarlo todo. El momento que a veces no cambia nada. El momento que nos miente. O el momento que nos dice quiénes somos, lo que buscamos y lo que tanto deseamos sacar a la luz… aunque posiblemente nunca lo consigamos.