Art Spiegelman
Eran un matrimonio de verdad. Estaban entrelazados
de manera inextricable. No era algo que los hiciera necesariamente felices,
pero los conformaba.
La memoria funciona así: el lenguaje la reemplaza.
La memoria es efímera.
Para sobrevivir hay que saber de todo.
Mi idea de esconderse en el lavabo tenía más que
ver con la masturbación que con sobrevivir a una “selektion”.
Tu padre siempre le fue fiel. Sí, ¿por qué iba a
pagar por algo que podía conseguir gratis?
El Holocausto se ha convertido en un símbolo que a
veces, como en “El pianista” de Roman Polanski, se emplea de forma admirable y
otras de manera chabacana, como en “La vida es bella” de Roberto Benigni.
Picasso decía que no tenía tiempo de hacer sus
obras bonitas. Tenía que reducirlas a lo esencial.
La mejor descripción del estilo que he leído la encontré
en un libro de entrevistas a Picasso. Para Picasso el estilo es la diferencia
entre dibujar un círculo perfecto y un círculo tal como se dibujaría a mano
alzada. Una afirmación maravillosa aunque, en su caso, falsa, puesto que era
capaz de cambiar de estilo mejor que la mayoría de artistas. Es más común en la
actualidad, cuando todos los artistas posmodernos emplean una paleta de estilos
que cita todas las formas posibles de realizar un trazo que les han precedido.
Con todo, existe una especie de impulso de convertir el trazo en marca
comercial.
Para mí el ejemplo más sencillo e icónico es Roy
Lishtenstein, quien, en cuanto descubrió los puntos grandes de cómic, como
hechos por una máquina, invariables, y la línea fruesa y fina sin alma, los
convirtió en su firma. Y ya pintara una versión de un Matisse, de una estatua
griega o de una historieta, la presentaba mediante ese filtro irónico
extremadamente limitado, de modo que siempre sabías que estabas en presencia de
un Lichtenstein.
La mayoría de historietistas e ilustradores son
recompensados por encontrar su forma de realizar un conjunto de trazos. Uno de
los rasgos más reconfortantes de “Peanuts” es que siempre son los “Peanuts”.
Charles Schultz destiló un estilo y lo utilizó una y otra vez para tocar
variaciones del mismo tema.
Por la razón que fuera, mi tendencia natural no
fue esa. Bastante tenía si conseguía una nariz que pareciera una nariz y me
daba igual como lo hiciera. Pero me fascinaban comentarios como: ese dibujante
lo consigue haciendo una salchicha, y ese dibuja una V pequeña. Si haces una S
se parece al interior de una oreja, pero hay otras muchas maneras de dibujar
una oreja y, de hecho, es un modo de identificar a los artistas anónimos de los
tebeos viejos que trabajaban siguiendo los estilos de la casa. Al final se
convierte en un vocabulario de trazos al que recurrir para intentar provocar
sentimientos distintos.