La verdad de la señorita Harriet

Jane Harris





… hay mucha verdad en el viejo dicho sobre el personal doméstico: “siete años mi criado, siete mi igual y siete mi señor”, aunque por propia experiencia y lo que he observado reduciría los siete años a tres.

… parecía bienintencionada y al mismo tiempo belicosa, mojigata, pero también confiada. Aunque a menudo era brusca, era imposible no admirar su actitud franca. Pronto llegué a la conclusión de que ese aire de superioridad moral era consecuencia de haber sido ignorada de niña.

Lo que distingue a una bruja son los lunares.

La vejez es algo terrible. Nunca envejezcan, este es mi consejo. Nunca envejezcan.

Lamentablemente, parecía que el hecho de que su marido no la hubiera apoyado había calado muy hondo.

Pasó la noche atormentado ante la perspectiva de lo que se veía obligado a hacer.

Con los años he llegado a comprender que no tiene sentido lamentar tales cosas: lo hecho, hecho está.

… al dibujar, apretaba demasiado el lápiz sobre el papel, y tanto al dibujar como al pintar solía excederme en los detalles.

La gente siempre está lanzando invitaciones aquí y allá con el firme convencimiento de que no las aceptarán. Pero ambas partes saben que tal encuentro nunca se producirá.

Sus ojos habían cobrado de pronto una intensidad extraña, febril, que me inquietó.

Durante todo ese tiempo me pregunté si un matrimonio que se había deteriorado tanto podía salvarse.

Me divertía su compañía, al menos al principio.

Su expresión era tan serena como siempre, pero tenía los ojos vidriosos de un modo que de pronto me hizo sospechar que había perdido la confianza.

¡Cuánto significado puede contener una sola mirada!

¿Acaso no es cierto que lo que para uno es sentido común para otros puede ser locura?