Personas como yo

John Irving



Nos forma aquello que deseamos.

Conseguía ser arrogante y lapidaria sin decir nada que fuera verificable e interesante.

Los vientos del cambio no soplan apaciblemente en los pueblos del norte…

Encapricharse de quien no conviene.

El solo hecho de contemplar el futuro era una pesadilla ingrata.

Los encaprichamientos son normales, algo que cabe esperar… ¡y que hay que disfrutar!

A la hora de encapricharse, no se puede decir si alguien te “conviene” o no. No puedes obligarte a encapricharte o no encapricharte de alguien.

Es como si te hubieran pegado un tiro en el corazón pero no fueras consciente del agujero ni de la pérdida de sangre. ¡Dudo que haya oído siquiera el disparo!

… mi pene tenía idas propias y éstas parecían por completo independientes de mi pensamiento.

Cuando te guste un libro, encomienda a la memoria una frase excelsa suya, quizá tu frase preferida. Así no olvidarás el lenguaje de la historia que te ha hecho llorar.

No te estropees la vista. Necesitarás los ojos toda la vida si vas a ser lector.

Todos los niños aprenden a hablar en clave.

Quizá todo pasado guardaba secretos; el mío sí los guardaba, como yo sabía.

La mera idea de no poder masturbarme ya era de por sí maltrato suficiente, ¡y eso sólo imaginándomelo!

Tenía la costumbre de repetir lo que uno decía, porque repitiendo lo que uno le decía podía alargar un poco más la conversación.

En la adolescencia contraje la costumbre de callarme lo que tenía intención de decir. Ahora ya no lo hago.

… es agotador tener diecisiete años y no saber quién eres.

Ese momento en que uno se cansa de que lo traten como a un niño, en que uno irreversiblemente quiere crecer, ese pasadizo que se abre de pronto pero enseguida vuelve a cerrarse, es una etapa peligrosa.

La ambición te despoja de la infancia. En el momento en que quieres ser adulto muere algo de tu infancia.

En incrementos que tanto pueden medirse como no, nos roban la infancia, no siempre en un suceso trascendental, sino a menudo en una serie de pequeños hurtos, que unidos representan la misma pérdida.

La memoria es un monstruo: tu olvida; ella no. Lo archiva todo; lo conserva todo para ti, o te lo oculta. La memoria evoca recuerdos por voluntad propia. Imaginas que tienes memoria, ¡pero la memoria te tiene a ti!

Casi todos los sitios que abandonamos en la infancia se vuelven menos fascinantes, no más.

Detesto esos resaltadores de tinta permanente. Se desangran a través de la hoja, lo ensucian todo.

Ella había renunciado a la idea de tener hijos, pero no podía poner fin en lo que se refería al deseo de tenerlos.

… un amante inseguro siempre intenta desacreditar a los amigos de uno.
Es simplemente el olvido personificado.

El don de la clemencia no se impone.

… a los treinta y seis años, la edad en que uno lo sabe todo.

… era sólo un poco antes de hora para retirarse.

Nunca fui capaz de guardar bien un secreto, ni siquiera cuando deseaba guardarlo.

Ahora es tal como ha sido siempre: pesado como un muerto.

… uno vive la vida cuando la vive, no dispone de una gran visión de conjunto mientras lo que ocurre todavía le está ocurriendo.

Sí, debería; los dos “deberíamos”.

¿De qué va a servirme tener un amor de mi vida si no está siempre conmigo?