Hanya Yanagihara
“De todos modos, cambiar de personalidad parecía descartado; ¿no era demasiado tarde para eso? Al fin y al cabo, antes de ser un hombre bueno había sido un niño bueno. Sus profesores, sus compañeros de clase, los padres de sus compañeros de clase, todos se daban cuenta de ello.”
“Había perdido la habilidad para imaginar nada. Y así, noche tras noche, mientras los demás creaban, él copiaba. Dibujaba edificios que había visto en sus viajes, edificios que otros habían soñado y construido, edificios en los que se había alojado o por los que había pasado.”
“Tenía veintiocho años y la imaginación lo había abandonado, era un simple copista.”
“Añoraba los años en que le bastaba con estar en su habitación desplazando la mano sobre un papel cuadriculado, sin tener que tomar decisiones ni andar en busca de su identidad, cuando sus padres lo decidían todo por él y en lo único que tenía que concentrarse era en el limpio trazo de una línea o la perfecta linealidad de una regla.”
“La amistad, el compañerismo, a menudo desafiaban la lógica eludiendo a quienes lo merecían y asentándose en los bichos raros, los malos, los peculiares y los dañados.”
“Si algo he aprendido es que hay que hablar de los episodios dolorosos mientras aún están frescos o nunca hablarás de ellos. Voy a enseñarte a verbalizarlo, porque cuanto más esperes, más difícil te resultará, y se intensificará en tu interior y siempre creerás que tú tuviste la culpa. Te equivocarás, pero siempre lo pensarás.”
“... a veces a las buenas personas les suceden cosas buenas. No tienes que preocuparte, no ocurren con tanta frecuencia como debieran. Pero cuando ocurre, está en sus manos dar las gracias y seguir adelante, y tal vez considerar que quien hace una buena acción también disfruta con ello y no tiene ganas de oír las razones por las que la persona para quien lo ha hecho no cree merecerlo ni ser digno de ello.”
“Una demostración atractiva es sucinta, como una bonita sentencia.”
“Era increíblemente disciplinado en todo, y la disciplina, como el estado de alerta, es algo casi imposible de erradicar.”
“Y dime. Tengo que estar totalmente seguro. Este lugar al que he llegado, ¿es realmente Ítaca? A su alrededor el piso se llenó de luz.”
“SETH: ¿No lo entiendes, Amy? Estás en un error. Las relaciones nunca te dan todo lo que quieres. Piensa todas las cosas que buscas en una persona —química sexual, buena conversación, seguridad económica, compatibilidad intelectual, gentileza o lealtad— y escoge tres. Tres, eso es todo. Tal vez cuatro, si tienes suerte. El resto tendrás que buscarlo en otra parte. Solo en las películas uno encuentra a alguien que te da todo lo que necesita. Pero esto no es el cine. En el mundo real hay que identificar tres cualidades con las que quieres vivir el resto de tu vida y buscar las restantes en otras personas. Así es la vida real. ¿No ves que es una trampa? Si lo quieres todo, acabarás con nada.
AMY (llorando): ¿Y qué has escogido tú?
SETH: No lo sé. (Pausa.) No lo sé.”
“Ahora creía que una relación funcionaba si la pareja reconocía lo que cada uno de ellos podía ofrecer al otro y lo valoraba como lo más preciado.”
“Cuando eran jóvenes, solo tenían secretos que ofrecer: las confesiones eran la moneda de cambio, y las revelaciones, una forma de intimidad. El ocultamiento de datos personales a los amigos se veía de entrada como algo enigmático y acto seguido como un acto de tacañería, lo que era un obstáculo para una verdadera amistad.”
“El odio no tiene razón de ser.”
“Las peores posibilidades involucran a otras personas. Las mejores también.”
“¿Se puede tener una relación auténtica con alguien a quien temes?”