Almudena Grandes
Esa está loca por mis huesos.
… se llamaba igual y parecía la misma, pero ya no
lo era.
No son malos, pero en su manera de ser caben la
envidia, la codicia, el egoísmo…
Las cosas inútiles, si son bonitas, sirven para
algo, ¿no? Aunque no sea más que para alegrarse de verlas.
No sé qué me pasa, hasta el placer me cansa.
Aquel chico era casi un niño y le había sumido en
una locura para la que no tenía explicación ni podía encontrar precedentes.
A mi padre le habrían gustado esas palabras, “él
fue la única cosa buena que ha pasada en mi vida”, como epitafio.
La experiencia me había enseñado que, entre todos
los errores que estaban a mi alcance, ninguno podía hacerme tanto mal como el
orgullo, pero a pesar de eso ya no logré acatar del todo sus enseñanzas.
Algo había brotado o se había roto dentro de mí
aquella mañana y… sabía que sus efectos eran irreversibles.
Les gustaba estar juntos y no necesitaban hablar,
aunque hablaban, ni beber, aunque bebían, ni reírse, aunque se reían, para
sentir que cada uno de los dos podía confiar, descansar en el otro.
Pepa, Pepa, ¿dónde vas con tanto tío?, de
continuar así, dejarás Madrid vacío.
La condición de lo peor es que no se puede
comparar con nada.
Como los recuerdos dolían, no recordaban. Como las
lágrimas herían, no lloraban. Como los sentimientos debilitaban, no sentían.
La monotonía de su vida era un factor esencial de
su fracaso.
La gente es muy malpensada. Hay personas
envidiosas, rencorosas, hasta entre las que han consagrado su vida a Dios.
Debemos compadecerlas y rezar por ellas, pero, de todas formas…
Más de uno lleva media vida enamorado de alguien a
quien no va a besar en la boca nunca jamás.
No sólo no sabía lo que quería, sino que me daba
miedo pensarlo, pero sabía que quería más.
Aquella noche descubrí la verdadera naturaleza de
la ambición, desear lo que se teme, temer lo que se desea, y desear más, temer
más, siempre más, como un hambriento que nunca quisiera encontrar un alimento
capaz de saciar su hambre.
El amor hace mejores a las personas.
La miseria engendra miseria, la pobreza, avaricia,
la desgracia, indiferencia, y el amor, mi única riqueza, iba a hacerme peor,
egoísta, mezquina, codiciosa.
Ella, tan simple como era, poseía en su ignorancia
una sabiduría que no habría estado al alcance de una mujer más lista. Porque
cualquier otra habría sospechado, habría preguntado, habría descubierto antes o
después con qué clase de hombre se había casado.
… me mortificaron como esas heridas viejas, amortiguadas,
latentes, que se despiertan con los cambios de tiempo para resucitar un dolor
nuevo e intacto bajo la trampa de sus sonrosadas cicatrices.
Es peor pensarlo que pasarlo.
Dios no se había cansado, pero peor era que yo
tampoco me hubiera acostumbrado. Volví a sentir sus dedos, apretando y
ahogándome.
… pero todo lo que no había tenido, el dolor de lo
que había perdido, seguía pesando mucho más.
… sólo existía una receta, conformidad, paciencia
y, sobre todo, resignación, la falsa amiga, la piadosa enemiga… La conocía tan
bien como el reflejo de mi rostro en un espejo. La odiaba, pero no podía vivir
sin ella.
… hasta que el silencio dejó de ser un compañero
apacible para interponerse entre nosotros como una distancia sin forma, una
separación invisible, tan eficaz como la alambrada de la cárcel.
Porque existen hambres mucho peores que no tener
nada que comer, intemperies mucho más crueles que carecer de un techo bajo el
que cobijarse, pobrezas más asfixiantes que la vida en una casa sin puertas,
sin baldosas ni lámparas.
La naturaleza de la ambición es la insaciabilidad,
desear más, siempre más, temer cada vez más lo que más se desea.
La alegría es un arma superior al odio, las
sonrisas más útiles, más feroces que los gestos de rabia y desaliento.
… parecía una figurante, esa actriz que en todas
las compañías de teatro hacía varios papeles pero sólo decía una frase.
Ninguno de los dos necesitó decir nada más para
justificarse, para explicarle al otro o a sí mismo lo que había pasado antes,
lo que iba a pasar después.
Los españoles, ya se sabe, nunca estamos
preparados para ser felices.