Tigres de cristal

Toni Hill



“..., resultaba menos ofensivo que otro de los apelativos que se dio a la zona, «la Ciudad sin Madre», también acuñado por un periodista ingenioso tras oír que siempre que algún cobrador llamaba a una de las puertas de los pisos era un niño quien acudía a abrir.”

“Cuando uno es básicamente pobre, los que lo son aún más provocan más miedo que compasión.”

“Comprendo que a los oriundos catalanes todo esto les pareciera una colonización inversa, por eso no se acercaban demasiado.”

“... el paisaje había cambiado; las costumbres, en cambio, se resistían a hacerlo.”

“... en los setenta, cuando aún coleaba la dictadura, el barrio era para los adolescentes un lugar tan asfixiante como había sido el pueblo para sus mayores.”

“Ahora, con una vida entera a cuestas, sé que ... fue el primer gran amor de mi vida, la primera señal de que mi sexualidad no iría por los cauces previsibles.”

“... hay personas a quienes es más sensato no desairar.”

“... a su edad, esos quince años llenos de dudas íntimas y certezas externas, tienen una idea fija: volver a casa es algo parecido a entrar voluntariamente en una jaula.”

“Lo habíamos aprendido en la calle, que es donde se aprenden las cosas importantes, las que sirven para algo.”

“Supongo que cada pueblo, cada colectivo o, en nuestro caso, cada barrio genera unos líderes. Una especie de realeza cercana, cotidiana y tangible, personas de carne y hueso, trabajadores como los demás, tocados con un halo indefinible que los hace destacar de la mediocridad restante. Resulta difícil explicar la combinación de valores —belleza o sensualidad, seguridad en sí mismos, modernidad y elegancia— que desprenden, o por qué algunos seres dotados de los mismos atributos provocan sólo envidia y otros franca admiración. Creo que la diferencia radica en la intencionalidad de esa luz propia: los segundos brillan por sí mismos, ajenos al hechizo que causan en los demás, mientras que los primeros se obligan a destacar movidos por un deseo egoísta de ser deseados, queridos o imitados.”

“... así eran las cosas entonces: los niños nos perdíamos en la calle para no incordiar a los adultos.”

“... su padre nunca le había puesto la mano encima, algo bastante raro en esos años, pero al verlo actuar se comprendía: simplemente no le hacía falta. Poseía esa autoridad natural que suele asociarse a la gente que manda poco y bien, y casi todos le habríamos obedecido sin rechistar sólo por no contrariarlo.”

“«Y ustedes menos aplaudir y más estudiar, que lo que quieren algunos es que no salgan de burros para así seguir tratándolos a palos. Aquí hoy se acabaron los palos, pero si no dejan de ser burros la vida se los dará igualmente».”

“A veces la muerte de alguien era el precio a pagar para la supervivencia de otros.
A veces había que hacer algo malo para salir adelante.
A veces es bueno colarse en la casa de tu enemigo y sacudir su conciencia.”

“Concentrarse en el trabajo tiene sus ventajas y una de ellas es que la mente se despista de pensamientos indeseados.”

“... suele mantenerlos a raya, ya los conoce de años anteriores, pero hoy tampoco está de humor para continuar en esa posición de sarcasmo que suele funcionarle, de modo que corta el episodio con un reproche áspero, casi insultante, del que probablemente se arrepiente enseguida.”

“... todos, en mayor o menor medida, guardamos algún secreto; corremos un velo denso por encima de algunos deseos obscenos y fantasías vergonzosas, o callamos opiniones, a veces en nombre de la corrección imperante o, con mayor frecuencia, de la simple comodidad.”

“... la conexión que se establece entre dos personas, niños o adultos, tiene algo que ver con el cortejo o el enamoramiento; no en vano, algunas de las relaciones de pareja más duraderas se iniciaron como una platónica amistad.”

“... existe un factor mágico o químico que nos hace escoger y ser escogidos.”

“... un amigo puede convertirse en el más odiado de los enemigos (de nuevo igual que un amor apasionado puede desembocar en un odio acérrimo).”

“... los «pijos». Creo que ese era el peor insulto de la época. «Ese jersey es de pijo» o «Se peina como una pija» suponían agravios imperdonables en un mundo que se enorgullecía sin ambages de su esencia propia, un sentimiento que ahora, en la misma zona y en otra situación de crisis, no consigo encontrar.”

“... si te comías el primer sopapo sin defenderte ya estabas perdido.”

“Los actos no pueden deshacerse, ojalá uno fuera capaz de decidir después y no antes.”

“Incluso el dolor más terrible tiene que pasar, no puede uno andar machacándolo todos los días.”

“En la cama me rehuía, se colocaba al borde, casi en el vacío, siempre de espaldas como un bloque de hierro frío. Ese día no pude más… Te juro que sólo quería devolverla a la vida. Intenté besarla… pero fue como dar un beso a una lápida.”

“Sólo los niños se ilusionan.”

“Si de niños podemos disfrutar de las ilusiones, cuando llegamos a la edad adulta ya sólo nos queda sustituirlas por la mentira piadosa, por ese autoengaño que nos permite creer que las cosas son distintas porque desearíamos que lo fueran.”

“... cuando alguien está jodido resulta muy fácil machacarlo aún más.”

“A veces hay que abrazar la oscuridad para poder ganarse la luz.”

“Carpe diem, sólo se vive una vez, no dejes pasar el tren… Ninguna de esas frases significa nada, en realidad. A la hora de la verdad, uno tiene que tomar decisiones, arriesgarse, o bien frenar en seco y quedarse como está.”

“En el fondo, supongo que uno siempre sabe lo que debe hacer. Otra cosa es que no sea agradable.”

“La única ventaja de quien nada posee es que poco puede echar de menos.”

“Ninguna ley, por útil que sea en su momento, puede obligarte a perdonar al otro si muchas veces ni siquiera tú consigues perdonarte a ti mismo.”

“... ya no le vale esa amnesia deliberada, no recordar como esos niños que cierran los ojos y creen que el mundo no los ve.”

“... los auténticos monstruos salen a la luz del día y pertenecen al mundo real, que no tienen aspecto terrorífico y que es imposible protegerse contra ellos; que están tan cerca que a veces una los tiene delante sin ser capaz de reconocerlos.”

“Ya decía el abuelo que las sorpresas las carga el diablo. También decía que los hijos, cuando son mayores, no dan más que disgustos. Jodío viejo, ¡cuánta razón tenía!”

“... no te metas con tu madre. Ella escogió irse, no hay nada que echarle en cara.”

“Luchamos contra la muerte de manera inconsciente. Si no, muchos no aguantarían, te lo aseguro.”

“Quizá por eso lean más los niños y los ancianos, piensa, porque sus vidas son menos emocionantes y no tienen una historia propia que los perturbe.”

“La nostalgia tiñe la verdad del color de nuestros deseos.”

“Su presencia ausente es una obviedad que ya no puede negar. Está con él, en él, a su lado… Está en su cabeza y alguna noche la ha buscado al otro lado de la cama.”

“Ojalá una lluvia gigantesca limpiara estas calles, ojalá una desgracia nos volviera solidarios en lugar de egoístas. Ojalá pasara algo.”

“Este es mi mundo ahora, piensa: un amigo, dos mujeres y un montón de secretos.”

“Llega tarde, como una carta de amor extraviada que llega a su destino cuando el remitente ya ha fallecido.”

“... no se detiene a pensarlo, quizá porque sabe que si le dedica unos minutos de reflexión se impondrá otro instinto, la comodidad o el egoísmo, que a veces son más fuertes, más viscerales que el de la amistad.”

“Uno no se suicida en un piso prestado.”